Desde la esperanza

La psicología ha estudiado la esperanza desde un enfoque cognitivo con Charles Snyder (1991), llegando a señalar que la misma tiene que ver con esa capacidad para plafinicar el logro de objetivos y la motivación para el desarrollo. También están A. Beck y M. Seligman (1990), quienes comparten una visión de la esperanza desde lo […]

La psicología ha estudiado la esperanza desde un enfoque cognitivo con Charles Snyder (1991), llegando a señalar que la misma tiene que ver con esa capacidad para plafinicar el logro de objetivos y la motivación para el desarrollo. También están A. Beck y M. Seligman (1990), quienes comparten una visión de la esperanza desde lo aprendido, evidenciada en el optimismo, satisfacción con la vida y la capacidad de disfrute, y, desde una visión más compleja, tenemos a Donald Winnicott, con su teoría del objeto transicional, que plantea la importancia del desarrollo de la creatividad y la esperanza a partir de esas primeras relaciones. Otro autor importante es E. Erikson (1950) que, dentro de su teoría psicosocial, plantea la primera etapa denominada confianza versus la desconfianza, donde, a partir de su desarrollo óptimo se logra la esperanza.

La perspectiva de la esperanza que queremos rescatar es la que la vislumbra desde su valor intrínseca, como motor fundamental o una chispa tan necesaria para hacerle frente a los obstáculos, y poder reconstruir la vida posterior a una experiencia traumática, o bien el sufrimiento. 

Entonces la esperanza es un factor protector y decisivo ante

  • La salud mental en general
  • el bienestar psicológico
  • crisis o trauma psicológico,
  • o bien enfermedades físicas.  

Como bien señaló Erik Erikson en su teoría del desarrollo psicosocial, constituido por 8 estadíos de vida del hombre, cada etapa implica hacer una tarea que de cumplirse se logra una virtud, y ante lo contrario quedaba una desadaptación. Este interjuego entre la virtud y la desadaptación afectaba el resto de las etapas, es decir influiría el resto de la vida.  

«Un salto de fe»

Cape weaver bird elegantly flying next to its intricately woven nest in a serene outdoor setting.

Erikson hizo un planteamiento muy interesante y valioso al indicar que todo el proceso da inicio con la etapa denominada confianza versus la desconfianza, donde mediante el intercambio de la madre/cuidadores y el bebé, por la atención de las necesidades de éste, llevaba que se fueran estableciendo esas primeras memorias de la confianza y la seguridad. Es así y aquí donde, de acuerdo con este teórico, se sientan esas primeras, genuinas y básicas memorias de la esperanza, tan necesaria para hacerle frente a situaciones críticas de la vida.  

La esperanza es mucho más que un aprendizaje, es como, ese grano de mostaza que señala la biblia refiriéndose a la Fe; no estamos comparando la esperanza y la Fe, sólo estamos utilizando el símbolo del grano de mostaza, tan pequeña, pero de enorme poder. Nos parece de sumo valor como, de un momento tan temprano (los primeros 18 meses de vida), se pueda establecer una poderosa competencia psicológica tan indispensable en momentos críticos de la vida, o ante situaciones avasallantes donde, como lo han dicho algunas personas “no tengo razones para vivir”, se haya activado la indefensión, el dolor, y la desesperanza. 

La esperanza es tan indispensable en la vida, contribuye a levantarse frente a situaciones que te hagan caer, como se señaló, es ese motor tan imprescindible que da las fuerzas para seguir en aquellos momentos donde se cree no poseerla o bien pareciera no haber razones suficientes para la vida o de un futuro mejor. 

Por Dra. Francisca Domínguez, Psicóloga Clínica-Psicoterapeuta

Referencias:

  • Erikson, E. (1950). Infancia y Sociedad, Editorial Hormé. 
  • Seligman, M. (1990). Learned Optimism: How to Change Your Mind and Your Life.  
  • Snyder, C. (1991). The Psychology of Hope: You Can Get There from Here.  

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